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CON FALDAS Y A LO LOCO

enero de 2014

¿Qué diríais de un científico que quisiera sentar cátedra y no hubiera pisado un laboratorio o el campo de investigación? ¿Qué opinión os merecería un filósofo cuyo único bagaje fuera la colección de sus twiterías emitidas a botepronto en su muro? ¿Son de tener en cuenta las hipótesis de un historiador que desconociera los archivos, los restos arqueológicos e históricos o la literatura contemporánea? Eso es justamente lo que hace la jerarquía católica cuando habla de las mujeres: una institución formada exclusivamente por varones célibes, presuntamente cumplidores de la más estricta castidad, y guías de una iglesia que niega el sacerdocio a las féminas.
¿Cuál es el arquetipo de mujer para el arzobispo de Granada? De manual: “Cásate y sé sumisa”. No le importa a este prelado dar el visto bueno y aconsejar este catecismo de disparates, aunque alguna de sus recetas contravienen la rigurosa moral cristiana: la práctica del sexo sólo es “tolerada” en su función reproductiva. No obstante el referido catálogo de buena conducta femenina exime a la mujer de pecado si practica una felación a su marido, siempre que sea exigida o mandada por éste “(siempre que te lo ordene”). En estas condiciones la mujer no se ha de sentir una “pervertida”. De todos modos para que el acto sea bendecido, la mujer mientras actúa ha de estar pensando en Jesús. Yo me pregunto si este ritual no supone una profanación pura y dura : imaginarte a Jesús mientras practicas esta obra de misericordia forzada, creo que no es la mejor visión del Nazareno.
A esta corriente se une el párroco de Canena (Jaén) que añora aquellos tiempos en los que había una virilidad perdonavidas. En aquel tiempo pasado que fue mejor se respetaban la jerarquía de valores y los mandamientos. Dice este presbítero que esta sociedad deriva hacia el desastre moral olvidando que por laxitudes menores cayó el Imperio Romano de Occidente. En tiempos del nacionalcatolicismo «a lo mejor un hombre se emborrachaba y llegaba a su casa y le pegaba a la mujer, pero no la mataba como hoy”. El macho ibérico guiado por “un sentido moral», y unos «principios cristianos», podía insultar a su mujer, pegarla sin miramientos, pero siempre se reservaba un puntito de lucidez y moralidad para evitar el golpe mortal. Respetaba el mandamiento de no matarás. ¿Y si era, señor cura, porque le convenía dejarla solamente mediomuerta para que, sobreviviendo, le continuara sirviendo de burro de carga, de muñeco de pimpampún, de descanso del guerrero y otras prestaciones varias?
Vayamos al ínclito cardenal Rouco Varela: en la homilía de clausura de las jornadas de la familia cristiana Monseñor decidió poner a la mujer en su sitio. La palabra de Dios, por boca del salmista le sirvió de pauta: «La mujer será como parra fecunda en medio de la casa» (salmo 127.).
Vayamos pasito a pasito porque aquí hay mucha uva que pisar. Primero: el ecosistema propio de la mujer es el hogar, bien enraizada, sin concesiones a la movilidad, sin ceder a la tentación de sacar los pies del tiesto. Segundo: la mujer es un elemento muy decorativo y acogedor sobre todo en las horas en que aprieta la calor. Tercero: es fructífera y fecunda. Sus racimos regalan el paladar y de su zumo se extrae el vino que alegra el corazón del hombre. ¡Qué placidez la del paterfamilias tumbado despreocupadamente bajo los pámpanos del emparrado! En estas condiciones hogareñas el varón siempre tendrá la oportunidad, según gustos y apetencias, de subirse a la parra.
Monseñores y reverendos: en sus ritos y parafernalias se revisten con faldas, y en su pensamiento y moralina continúan con la locura de defender que la dignidad y capacidad del ser humano pende y depende de la configuración de la entrepierna. Reseteen su computadoras, si no quieren que los virus y los hackers acaben con su disco duro.