Arriba , madre, arriba luego,
ya van pasando los carboneros.
Los carboneros por las esquinas
van pregonando carbón de encina,
carbón de encina, leña de roble,
la confianza no está en los hombres.
No está en los hombres ni en las mujeres,
que está en los troncos de los laureles;
no está en el tronco ni está en la rama,
que está en el pecho de una serrana,
de una serrana descolorida:
me roba el alma, también la vida,
también la vida y el corazón;
a esa serrana la quiero yo.
Labrador le quiero, madre,
labrador le quiero
y él me quiere a mí.
Por aquel camino, madre,
por aquellos campos
yo le vi venir.
Madre, con la molinera
yo me tengo que casar,
ella me lleva al molino
y me enseña a maquilar. ( “oriunda” de Barrillos)
-Segadora, segadora,
¿quién te pica la guadaña?
-Mi amante es quien me la pica
a la sombra de una rama,
mi amante es quien me la pica
a las seis de la mañana…
Paso ríos, paso fuentes,
siempre te encuentro lavando;
la hermosura de tu cara,
el agua la va llevando.
A tu mandil échale un ringo rango,
que retumbe el agua en la arena,
qué triste se despide llorando
la mi morena.
A la mar que te vayas,
querido Pepe,
a la mar que te vayas,
me voy por verte;
a la mar que te vayas,
Pepe querido,
a la mar que te vayas,
me voy contigo.
A la luz del cigarro
voy al molino;
si el cigarro se apaga,
(tres veces)
morena, me voy al río.
A la Virgen del Carmen
tres cosas pido:
la salud y el dinero,
(tres veces)
morena, y un buen marido
que no fume tabaco
ni beba vino,
que no vaya con otra,
(tres veces)
morena, siempre conmigo.
Ya están puestas en el baile
las palomitas hermosas;
como no son volanderas
en cualquiera lado posan.
Detente niña, que a mí me matas:
tú fuiste la que pusiste
las banderillas al toro
con cinta verde y anillo de oro.
Me quisiste y te quise,
me olvidaste, te olvidé:
los dos tuvimos la culpa,
tú primero y yo después.
Me quisiste y te quise,
me volviste a querer:
zapato que yo deseche
no vuelve a entrar en mi pie.
Con la rueca y el huso
anda tu madre buscando
marido de calle en calle.
-Entra, galán, si vienes a verme,
entra, galán, que mis padres duermen.
Ya retumban los tambores:
¡Ay amante, cuándo volverás!
-Quisiera saber, morena,
o que cuesta un amor militar.
-Has de saber que yo gasto
buen zapato y buena media;
has de saber que te olvido
por una perra pequeña.
-Soy militar, militar,
militar, soy militar,
y te olvido por un real.