Estamos en el último cuarto del siglo I a.C. Las tribus cantabro-astures y vadinienses que entonces habitaban nuestras tierras, no dejan de hostigar a las legiones romanas que ya habían ocupado las planicies de la meseta hasta llegar al extremo de la península (Finisterre). Finalmente los romanos deciden acabar con la resistencia de aquellas gentes tan rebeldes. Comienza la guerra contra los cántabros (bellum cantabricum: año 29 a.C). Sucesivos generales romanos intentan aplastar con sus legiones a aquellos guerreros indómitos que se defienden “como si fueran alimañas escondidas entre las rocas”. Ante el fracaso romano el propio emperador Octavio Augusto se pone al frente de los ejércitos (año 26 a.C.). Las hostilidades continúan hasta que las legiones romanas ocupan la ciudad de Lancia (capital de los astures) tras vencer al mítico jefe Corocotta (año 19 a.C.).
En este marco histórico-geográfico tiene lugar la leyenda de Polma (Porma) y Curueño.
En el seno de una tribu astur instalada en el valle del río Labias, afluente del Curueño, allá por los pagos de Llamazares y Redilluera, se festeja un gran acontecimiento. Se trata de los esponsales de Polma, hija del jefe del clan, con Canioseco que, como no podía ser de otra manera, era considerado el mejor mocetón del lugar.
Mientras se celebran los festejos nupciales llega al poblado el joven Curueño que trae el encargo de conseguir la participación de la tribu en las huestes astures que se disponían a atacar a las legiones romanas acampadas en las riberas del Astura (Esla). Pero al encontrase con Polma se olvida de su misión y, prendado de su belleza , la rapta y huye. Superada la sorpresa del primer momento la tribu decide perseguirlo. No tardan en darle caza, pero la bella Polma no aparece. Un fiel amigo de Curueño se la había llevado a lomos de un veloz alazán con rumbo al castillo de Arbolio, entre Nocedo y Montuerto. Canioseco y Curueño se enzarzan en dura lucha, como dos gallos de corral.
De repente un rurun y agitación recorre la multitud que presenciaba la pelea. Había llegado un centurión romano exigiendo la rendición de todas las tribus que habitaban la comarca. Los dos pretendientes suspenden su particular torneo y deciden unirse para organizar la resistencia .contra las legiones romanas capitaneadas por los generales Arbas y Dalba. El héroe astur Getacino, tras vencer a las tropas de Dalba en el puente del Torío en Villalfeide, prosigue la marcha al frente de sus huestes montañesas con el propósito de sorprender al ejército de Arbas que había puesto cerco al castillo de Arbolio.
Polma logra salir de la fortaleza asediada por los romanos y va al encuentro de Canioseco. Juntos huyen hasta el valle del Porma, estableciéndose en la Vega de Boñar. Mientras tanto las tropas astures llegan a la fortaleza del Curueño. Se entabla una feroz batalla. Curueño al ver que el centurión Orlando cae en el foso se abalanza sobre él y en la lucha cuerpo a cuerpo mueren los dos. Su fiel amigo Hermio lleva la triste noticia a Polma y Canioseco, que decide volver con sus compañeros de armas. Puesto en camino cae en una celada que le tienden los centuriones romanos Zuiquemio y Verisio a orillas del Porma.
Polma, al enterarse de la desgracia de su marido, monta en cólera y se viste de guerrero, dispuesta a vengar su muerte. Llega hasta el frente, se acerca hasta el cuerpo ensangrentado de Canioseco y bebe de su sangre. Entra en el fragor del combate y al divisar a Verisio le lanza un venablo que lo hiere de muerte. Continúa con las huestes astures que persiguen a los romanos. Pero al cruzar el río Poma le alcanza una flecha enemiga y muere.
Testimonio de esta leyenda son los topónimos de Curueño, Porma, Arbas, Canseco, Getino…
Redacción de Jacinto Prada.